Imposible describir el dolor que me embargó durante dos semanas, cuando el chico se fue. Intentaba sonreír y no podía. Miraba el futuro cercano y era como ver el desierto, no había nada. Mi cama vacía, las mañanas parecían más frías que nunca (bueno, fue el tiempo de las heladas), las tardes desiertas, las noches aburridas. Dos semanas en las que le extrañé como nunca pensé que podía extrañar a alguien. Una tarde me puse en el chat y me encontré a un amigo de la web con quien me puse a hablar. B. y yo tenemos mucho en común. Los dos somos inestables, superficiales a veces, cambiamos de humor dos o tres veces al día, no podemos expresar nuestros sentimientos a las personas que apreciamos y sin saberlo yo, él también pasaba por una mala racha en el amor desde hacía un año. B. siempre me hace reir y eso es bueno, dice que prefiere decirme algo gracioso que seguirme la corriente en mis lamentos. Siempre le pido consejos y esta vez le pregunté:
R.- B. ¿Cómo olvidas a una persona?
B.- No la olvidas, te dices que puedes vivir sin ella pero no la olvidas.
Siempre pensé que B. estaba mejor que yo y me equivoqué. Estaba peor que yo. Ya no recuerdo de qué más hablamos esa tarde, solo se que sentí que hubo una conexión extraña entre él y yo, y que de alguna manera estábamos hablando de algo que sólo nosotros entendíamos. El dolor del mundo, de vivir. Me dijo que el dolor lo estaba matando, cambiando lo que él era. Esa tarde sin darme cuenta algo cambió. Fue la última vez que Corazón de Tango de Doctor Deseo me hizo trizas el corazón. Fue la última vez que lo extrañé de veras. Por eso, siempre merci benoit.
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