Verano. El verano tiene mucho significado para mí. Max García, Albert Camus y El Extranjero.
También un día perfecto de campo, allá en el 2004, cuando aún no cumplía 18 años y no sabía lo que me deparaba la vida, vacío, vacío nomás.
Pero el verano en mi pueblito, en Santa María Tzejá es lo mejor. El verano es la antítesis de la Navidad. En Navidad prefiero no brindar ni ser feliz. Soy lo más oscuro que puedo ya ser. En verano...bueno nunca pasa nada en verano, pero no puedo deprimirme. Siento el viento en la cara, el calor de los días y pretendo ser feliz, aunque sea superficialmente.
No aguanto para irme a casa, que queda a un día de camino en bus. Y recibir un cálido recibimiento de las chicharras y el calor y las piñas, y el río, y la catarata, y el amor, quizás, quizás, quizás.
Y algo más que decir: el verano pasa en la jungla, a las riberas de un río mítico pará mí y bajo un puente que une a dos pueblitos, el suyo y el mío. Quizá por eso me gusta, porque vivo en Macondo.
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